Dios, te ruego por todos aquellos que recen esta coronilla, para que sean sanados por las heridas de Jesús y liberados por su preciosa sangre.
Fue despreciado y rechazado por los hombres, un hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, del cual todos apartaban el rostro; fue despreciado y no lo estimamos. Ciertamente, llevó él nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Por nuestras transgresiones fue traspasado, por nuestras iniquidades fue aplastado; el castigo que nos trajo paz recayó sobre él, y por sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:3-5)
Coronilla de las heridas de Jesús (se reza en el rosario de la Virgen)
Padre nuestro…
3 x Ave María
Gloria al Padre…
¡Padre eterno! Concédenos misericordia por la Sangre de Jesucristo, tu amado Hijo; ¡concédenos misericordia, te lo suplicamos! Amén, amén, amén.
En el grano grande (en lugar del Padre nuestro): Padre eterno, te ofrezco las heridas de nuestro Señor Jesucristo para que sanen las heridas de nuestras almas.
En los granos pequeños 10 veces (en lugar del Ave María):
¡Mi Jesús, perdona y ten piedad!
Por los méritos de sus santas heridas.
En el grano grande (en lugar del Gloria al Padre): ¡Padre eterno! Te ofrezco las heridas de nuestro Señor Jesucristo para que sanen las heridas de nuestras almas.
Al final del rosario, se repite esta última oración tres veces.
Oración por la gracia a través del sufrimiento de Jesús
Te suplico, querido Señor Jesucristo, que tu sufrimiento sea mi fortaleza, que me fortalezca, proteja y defienda; que tus heridas sean mi alimento y bebida, que me alimente, me sacie y me deleite; que tu sangre me lave de todos mis pecados; que tu muerte sea mi vida eterna; que tu cruz sea mi gloria eterna. Que en ello encuentre consuelo, alegría y salud para mi alma y deleite para mi corazón. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Dios, te ruego por todos aquellos que recen esta coronilla, para que sean sanados por las heridas de Jesús y liberados por su preciosa sangre.
Fue despreciado y rechazado por los hombres, un hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, del cual todos apartaban el rostro; fue despreciado y no lo estimamos. Ciertamente, llevó él nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado. Por nuestras transgresiones fue traspasado, por nuestras iniquidades fue aplastado; el castigo que nos trajo paz recayó sobre él, y por sus heridas fuimos sanados. (Isaías 53:3-5)
Recen también esta coronilla: Coronilla por la cual han ocurrido muchos milagros