Signo de la cruz, Ave María…
Para la súplica: Ave Reina Santa del Rosario, mi madre María, ¡salve! Me arrodillo humildemente ante tus pies para ofrecerte un collar de oración de capullos blancos como la nieve, que te recordarán tus alegrías – cada capullo te recuerda un misterio gozoso. Cada diez están entrelazados en una súplica por una gracia especial. Santa Reina, mediadora de las gracias y Madre de todos los que te invocan. Tú ves mi regalo y sabes cómo está tejido. Al recibir mi obsequio, acepta también mi súplica. Con tu bondad, atenderás mi petición que te dirijo con tanta sinceridad y confianza. Tengo la firme esperanza de lograr lo que pido. ¡Muéstrate como madre!
En agradecimiento: Ave Reina Santa del Rosario, mi madre María, ¡salve! Me arrodillo agradecido ante tus pies para ofrecerte un collar de oración de capullos blancos como la nieve, que te recordarán los misterios de tus alegrías – cada capullo te recuerda un misterio gozoso. Cada diez están entrelazados en agradecimiento por una gracia especial. Santa Reina, mediadora de las gracias y Madre de todos los que te invocan. Tú ves mi regalo y sabes cómo está tejido. Al recibir mi obsequio, acepta también mi agradecimiento. Con tu bondad, has atendido la petición que te dirigí con tanta sinceridad y confianza. Nunca dudé de lograr lo que pedía. ¡Te has mostrado como madre!
Credo, Padre Nuestro, 3 Ave Marías, Gloria.
- Anunciación
Santa Virgen, meditando en el misterio de la Anunciación, cuando el Ángel Gabriel te trajo la noticia de que te convertirías en la Madre de Dios, saludándote con el sublime saludo “Ave, llena eres de gracia, el Señor está contigo” y cuando respondiste prontamente a la voluntad del Padre diciendo “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra”, rezamos con confianza:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.)
Enlazo estos capullos blancos, como la nieve en una súplica, por la virtud de la HUMILDAD y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- Visita a Isabel
Santa Virgen María, meditando en el misterio de tu visita a Isabel, cuando tu prima te saludó con las palabras proféticas “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”, y tú respondiste con el cántico de los cánticos “Mi alma glorifica al Señor”, rezamos con confianza:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.)
Enlazo estos capullos blancos como la nieve en una súplica por la virtud del AMOR y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- Nacimiento de Jesús
Santa Virgen María, meditando en el misterio del nacimiento de nuestro Señor, cuando trajiste al santo y al Salvador en el establo de Belén, y los coros de ángeles cantaron la alegre canción “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres amados por él”, rezamos con confianza:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.)
Enlazo estos capullos blancos como la nieve en una súplica por la virtud de la DESPREOCUPACIÓN POR EL MUNDO, y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- Presentación de Jesús en el templo
Santa Virgen María, meditando en el misterio de la Presentación, cuando por obediencia a la Ley de Moisés presentaste a Jesús en el templo, donde el anciano Simeón tomó al niño en sus brazos, agradeció a Dios por haberle permitido vivir para ver al Salvador y profetizó tus sufrimientos diciendo “Y una espada atravesará tu propia alma…”, rezamos con confianza:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.)
Enlazo estos capullos blancos como la nieve en una súplica por la virtud de la PUREZA y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- Jesús hallado en el templo
Santa Virgen María, meditando en el misterio del hallazgo de Jesús en el templo, cuando tu corazón, después de tres días de búsqueda, se llenó de alegría al encontrarlo en el templo hablando con los maestros y cuando regresó a Nazaret y te fue obediente, rezamos con confianza:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.)
Enlazo estos capullos blancos como la nieve en una súplica por la virtud de la OBEDIENCIA A LA VOLUNTAD DE DIOS y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
Comunión espiritual: Jesús, verdaderamente presente en el sacramento del altar, no puedo recibirte ahora bajo las especies sacramentales, te pido con un corazón lleno de amor que vengas espiritualmente a mi alma a través del Corazón Inmaculado de tu Santa Madre y permanezcas para siempre conmigo; tú en mí y yo en ti por María, ahora y en la eternidad.
Para la súplica: Santa Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para unir estas coronas de oración en un collar que adornará tu frente. Mi madre, mira con gracia mi regalo y en tu amor, atiende mi petición (menciona lo que pides).
En agradecimiento: Santa Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para unir estas coronas de oración en un collar que adornará tu frente en agradecimiento por (menciona lo que pediste) que has atendido en tu amor.
Ave María…
Oración: Dios, tu Unigénito, mediante su vida, muerte y resurrección, ha conseguido para nosotros la vida eterna. Permítenos, te rogamos, que reflexionando sobre estos misterios en el Rosario santo, podamos imitar lo que contienen y obtener lo que prometen. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Que la ayuda divina permanezca siempre con nosotros. Amén. Que las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén. Que la Virgen Madre, junto con su amado Hijo, nos conceda su bendición. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señal de la cruz, Ave María…
Para la petición: ¡Salve, Reina del Santo Rosario, mi madre María, salve! Me arrodillo humildemente ante tus pies para ofrecerte un rosario de rosas rojas como la sangre, que te recuerden el sufrimiento de tu divino Hijo, en el que también participaste, que cada rosa te recuerde un misterio santo. Cada diez están entrelazadas en una oración por una Gracia especial. Santa Reina, mediadora de la Gracia y Madre de todos los que te invocan. Ves mi regalo y sabes cómo está entrelazado. Al recibir mi don, acepta también mi petición. Con tu bondad, escucharás la súplica que te dirijo tan fervorosa y confiadamente. Confío firmemente en que lograré lo que pido. Muéstrate como madre.
En agradecimiento: ¡Salve, Reina del Santo Rosario, mi madre María, salve! Me arrodillo humildemente ante tus pies para ofrecerte un rosario de rosas rojas como la sangre, que te recuerden el sufrimiento de tu divino Hijo, en el que también participaste, que cada rosa te recuerde un misterio santo. Cada diez están entrelazadas en un agradecimiento por una Gracia especial. Santa Reina, mediadora de la Gracia y Madre de todos los que te invocan. Ves mi regalo y sabes cómo está entrelazado. Al recibir mi don, acepta también mi agradecimiento. Con tu bondad, has escuchado la súplica que te dirigí tan fervorosa y confiadamente. Nunca dudé en que lograría lo que pedía. Te has mostrado como madre.
Credo, Padre Nuestro, 3 Ave Marías, Gloria al Padre.
- La Agonía
Dolorosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la agonía de nuestro Señor, cuando en el Huerto de los Olivos tuvo ante sus ojos los pecados del mundo, que Satanás le mostró para disuadirlo del sacrificio, cuando su alma tembló ante la visión, y el sudor sangriento lo cubrió debido a las penas y la muerte que debía soportar, cuando, debido a sus propios sufrimientos y a los futuros sufrimientos de la Iglesia, su Cuerpo exclamó: “¡Abba! Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz”, añadiendo de inmediato, sometido a la voluntad del Padre: “Pero no como yo quiero, sino como tú quieras”, rezo confiadamente:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas oraciones como rosas rojas sangre en una petición por la virtud de la ENTREGA A LA VOLUNTAD DE DIOS y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- La Flagelación
Dolorosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la flagelación de nuestro Señor, cuando por orden de Pilato tu divino Hijo fue despojado de sus vestiduras y atado a una columna, fue azotado y su cuerpo golpeado hasta quedar insensible, incapaz de soportar más latigazos, rezo confiadamente:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas oraciones como rosas rojas sangre en una petición por la virtud de la MORTIFICACIÓN y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- La Coronación de Espinas
Dolorosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la coronación de espinas de nuestro Señor, cuando los soldados pusieron alrededor de su cabeza una corona de espinas agudas y lo golpearon en la cabeza para que las espinas se clavaran más profundamente, cuando se arrodillaron ante él y se burlaron diciendo: “¡Salve, rey de los judíos!”, rezo confiadamente:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas oraciones como rosas rojas sangre en una petición por la virtud de la HUMILDAD y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- El Camino del Calvario
Dolorosa Madre María, reflexionando sobre el misterio del camino al Calvario, cuando tu divino Hijo, con la pesada carga de la cruz sobre sus hombros, fue llevado por las calles de Jerusalén hacia el Gólgota, débil y agotado, pero paciente, cuando cayó repetidas veces y fue empujado con golpes crueles de sus verdugos, rezo confiadamente:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas oraciones como rosas rojas sangre en una petición por la virtud de la PACIENCIA EN LAS ADVERSIDADES y coloco este ramillete de oraciones ante tus pies.
- La Crucifixión
Dolorosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la crucifixión, cuando tu divino Hijo, despojado de sus vestiduras, fue clavado en la cruz, donde murió después de tres horas de agónica lucha y oró al Padre para que perdonara a sus enemigos, rezo confiadamente:
Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas oraciones como rosas rojas sangre en una petición por la virtud del AMOR HACIA LOS ENEMIGOS y coloco este
ramillete de oraciones ante tus pies.
Comunión Espiritual: Jesús, verdaderamente presente en el Sacramento del Altar Santísimo, no puedo recibirte ahora bajo las especies sacramentales, te pido con un corazón lleno de amor que vengas espiritualmente a mi alma a través del Corazón Inmaculado de María y que permanezcas siempre conmigo; tú en mí y yo en ti por María, ahora y en la eternidad.
Para la petición: Bendita Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para unir estos ramos de oración en una corona que adornará tu frente. Madre mía, mira con Gracia viva este regalo y en tu amor, escucha mi súplica (menciona lo que pides).
En agradecimiento: Bendita Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para unir estos ramos de oración en una corona que adornará tu frente en agradecimiento por (menciona lo que pediste) que en tu amor, me has concedido.
Ave María…
Oración: Dios, tu Unigénito, mediante su vida, muerte y resurrección, ha conseguido para nosotros la vida eterna. Permítenos, te rogamos, que reflexionando sobre estos misterios en el Rosario santo, podamos imitar lo que contienen y obtener lo que prometen. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Que la ayuda divina permanezca siempre con nosotros. Amén. Que las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén. Que la Virgen Madre, junto con su amado Hijo, nos conceda su bendición. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señal de la cruz, Ave María…
Para la petición: ¡Salve, Reina del Santo Rosario, mi madre María, salve! Me arrodillo humildemente ante tus pies para ofrecerte un rosario de rosas blancas en plena floración con matices rojos de sufrimiento, que te recuerden la gloria de tu Hijo y tu propia gloria, fruto de su sufrimiento, que cada rosa te recuerde un misterio santo. Cada diez están entrelazadas en una oración por una Gracia especial. Santa Reina, mediadora de la Gracia y Madre de todos los que te invocan. Ves mi regalo y sabes cómo está entrelazado. Al recibir mi don, acepta también mi petición. Con tu bondad, escucharás la súplica que te dirijo tan fervorosa y confiadamente. Confío firmemente en que lograré lo que pido. Muéstrate como madre.
En agradecimiento: ¡Salve, Reina del Santo Rosario, mi madre María, salve! Me arrodillo humildemente ante tus pies para ofrecerte un rosario de rosas blancas en plena floración con matices rojos de sufrimiento, que te recuerden la gloria de tu Hijo y tu propia gloria, fruto de su sufrimiento, que cada rosa te recuerde un misterio santo. Cada diez están entrelazadas en un agradecimiento por una Gracia especial. Santa Reina, mediadora de la Gracia y Madre de todos los que te invocan. Ves mi regalo y sabes cómo está entrelazado. Al recibir mi don, acepta también mi agradecimiento. Con tu bondad, has escuchado la súplica que te dirigí tan fervorosa y confiadamente. Nunca dudé en que lograría lo que pedía. Te has mostrado como madre.
Credo, Padre Nuestro, 3 Ave Marías, Gloria al Padre.
- La Resurrección de Cristo
Gloriosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la resurrección de nuestro Señor, cuando al amanecer del tercer día, después de su muerte, resucitó de entre los muertos y se te apareció, llenando tu corazón de gran alegría, cuando se mostró a las mujeres y a sus discípulos quienes lo reconocieron y se postraron ante él como Dios, confiadamente ruego:
Padre nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh, mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas rosas de oración en plena floración en una súplica por la virtud de la FE y coloco este ramo de oraciones a tus pies.
- La Ascensión
Gloriosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la Ascensión, cuando tu divino Hijo, cuarenta días después de la resurrección, se dirigió contigo y sus discípulos al Monte de los Olivos, donde lo visteis por última vez, cuando prometió permanecer con los discípulos hasta el fin del mundo, y extendió sus manos heridas en la última bendición y ascendió al cielo ante los ojos de todos, confiadamente ruego:
Padre nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh, mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas rosas de oración en plena floración en una súplica por la virtud de la ESPERANZA y coloco este ramo de oraciones a tus pies.
- La Venida del Espíritu Santo
Gloriosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de la Venida del Espíritu Santo, cuando los apóstoles se reunieron contigo en una casa en Jerusalén y el Espíritu Santo descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego, encendiendo sus corazones con el fuego del amor divino, llevándolos a toda la verdad, otorgándoles el don de lenguas y llenándote con su gracia, inspirándote a orar por los apóstoles y por la primera Iglesia, confiadamente ruego:
Padre nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh, mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.).
Enlazo estas rosas de oración en plena floración en una súplica por la virtud del AMOR y coloco este ramo de oraciones a tus pies.
- La Asunción de María al cielo
Gloriosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de tu
Asunción, cuando –ardiendo en el deseo de unirte con tu divino Hijo en el cielo– tu alma se separó de tu cuerpo y se unió con Aquel a quien diste a luz, cuyo cuerpo virginal fue su primera morada, y cuando Él llevó también ese cuerpo al cielo, uniéndolo con el alma para la alegría de los ángeles, confiadamente ruego:
Padre nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh, mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas rosas de oración en plena floración en una súplica por la virtud de la UNIÓN CON CRISTO y coloco este ramo de oraciones a tus pies.
- La Santísima Virgen María coronada en el cielo
Gloriosa Madre María, reflexionando sobre el misterio de tu coronación, cuando después de tu Asunción al cielo, tras tu muerte, fuiste coronada triplemente como la exaltada reina del cielo; por Dios Padre como su amada Hija, por Dios Hijo como su queridísima Madre, y por el Espíritu Santo como su escogida Esposa, intercediendo como la más perfecta adoradora de la Santísima Trinidad y abogando por nosotros como nuestra poderosa y misericordiosa Madre, confiadamente ruego:
Padre nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre, (Oh, mi Jesús, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas especialmente a aquellas que más necesitan de tu misericordia.)
Enlazo estas rosas de oración en plena floración en una súplica por la virtud de la UNIÓN CONTIGO y coloco este ramo de oraciones a tus pies.
Comunión espiritual: Jesús, verdaderamente presente en el sacramento del altar, no puedo recibirte ahora bajo las especies sacramentales, te ruego con un corazón lleno de amor que vengas espiritualmente a mi alma a través del Inmaculado Corazón de tu Madre Santísima y que permanezcas para siempre conmigo; tú en mí y yo en ti por María, ahora y por la eternidad.
Para la petición: Santísima Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para que unas mis ramos de oración en una corona que adornará tu frente. Madre mía, mira con gracia mi don y en tu amor, atiende esta petición mía (especifica la gracia que buscas).
En agradecimiento: Santísima Virgen María, te ofrezco esta comunión espiritual para que unas mis ramos de oración en una corona que adornará tu frente en agradecimiento por (especifica lo que has pedido) que en tu amor me has concedido.
Salve María…
Oración: Oh Dios, tu Hijo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección, nos ha preparado la vida eterna. Te pedimos, que meditando estos misterios en el Santo Rosario de la Bienaventurada Virgen María, podamos imitar lo que contienen y obtener lo que prometen. Por el mismo Cristo, nuestro Señor. Amén.
¿Cómo se reza la Novena de Pompeya?
– En los primeros 27 días, rezamos por una Gracia específica que hemos reconocido como una necesidad importante. La especificidad de esta novena es, por lo tanto, que no enumeramos una multitud de intenciones, sino que elegimos una intención importante y concreta. Antes de comenzar las tres coronas diarias, decimos: «Rezo este rosario en Tu honor y gloria, Reina del Santo Rosario» y pronunciamos la intención elegida. Lo mejor sería rezar por la transformación espiritual de nosotros y de nuestros seres queridos, por la paz, la conversión del corazón…
– Después de rezar las coronas diariamente, rezamos la siguiente oración: «Recuerda, oh Graciosa Reina del Santo Rosario de Pompeya, cómo nunca se ha oído que alguien de tus devotos con un rosario haya buscado tu ayuda y haya sido olvidado por ti. No rechaces mi oración, Madre de la Palabra Eterna, sino escúchame amablemente a través de tu poderoso rosario y por tu favor hacia los fieles en Pompeya. ¡Amén!»
– En los siguientes 27 días, rezamos diariamente tres coronas de acción de gracias como la segunda parte de la novena. Después de completar la oración de los tres misterios del rosario cada día, rezamos la siguiente oración: «¿Qué puedo darte, oh Reina llena de amor? Dedico y entrego toda mi vida a ti. En la medida de mis posibilidades, extenderé tu gloria, oh Virgen del Santo Rosario de Pompeya, porque cuando invoqué tu ayuda, fui visitado/a por la Gracia de Dios. ¡Testificaré en todas partes la misericordia que me has mostrado! En la medida de mis posibilidades, extenderé la devoción al poderoso rosario. Proclamaré a todos lo buena que has sido conmigo, para que otros pecadores indignos como yo puedan acudir a ti con confianza. ¡Oh, si el mundo entero supiera lo buena que eres y cuánta misericordia tienes hacia los que sufren, por eso, todos se refugiarían en ti! Amén.»
– Terminamos cada rosario individual en ambas partes de la novena con un triple llamado a la Madre de Dios: «Reina del Santo Rosario, ¡ruega por nosotros!»
– Esta novena se reza más tiempo que las demás, requiere sacrificio y aunque en estos tiempos no es fácil encontrar tiempo, esta oración es relajante, no agotadora. Encontremos un lugar y momento adecuados y, a pesar de todo, recemos el rosario con el corazón para así participar en los grandes planes de la Virgen para este mundo y para cada uno de nosotros.
Reza también este rosario: Rosario a la Virgen de la Salud