Señor, es la tarde después de un largo día de peregrinación.
Estamos cansados y agotados. No tenemos más fuerzas. Duelen las rodillas, hay heridas en los pies. Pon suavemente tu mano en nuestras frentes. Refresca la rodilla dolorida con el rocío de tu amor. Sana las ampollas en los pies con el bálsamo de tu Gracia, para que mañana podamos seguir fuertes y felices en nuestra peregrinación hacia la tumba de tu apóstol, y en nuestra peregrinación hacia nuestra propia vida contigo.
Amén.
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