San Jorge se ha convertido a lo largo de los años y la tradición en el protector de muchas áreas de la vida, especialmente se le atribuye la protección contra enfermedades contagiosas, peligros en el mar, guerra, juicio y en general en todas las situaciones de peligro. También es el protector de la tierra, los cultivos, la vegetación, el ganado, los pastores, los agricultores, los cruzados, los soldados y todos los oficios relacionados con la guerra.
¡Fiel siervo de Dios y mártir invencible, San Jorge! Tú respondiste abierta y fervientemente al regalo de la fe de Dios. Impregnado de un amor ardiente por Jesucristo, luchaste valientemente contra la soberbia, la mentira y el engaño. Ni el dolor, ni el tormento, ni la espada, ni la muerte pudieron separarte de seguir a Jesucristo y su evangelio.
Te ruego fervientemente que, por amor a Cristo, con tu intercesión me ayudes a resistir decididamente todo lo malo; que lleve pacientemente las dificultades y sufrimientos que me oprimen como mi cruz; que las preocupaciones terrenales, el egoísmo y las dificultades no me separen del amor de Jesús hacia Dios y hacia los demás.
Valiente vencedor en la fe, ayúdame a superar todo mal, aleja el miedo en la defensa de los necesitados, para que algún día yo también obtenga la cercanía de Dios prometida a aquellos que perseveran hasta el final.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Venimos, oh Dios, a tu sagrado hogar,
Te daremos alabanza, oh Dios nuestro,
Glorificando a San Jorge, nuestro protector,
Orando al santo protector nuestro.
Oh San Jorge, nuestro protector,
Escucha nuestra oración, atiende de nosotros.
Nos ponemos bajo tu protección,
Esperando humildemente tu ayuda,
Míranos desde el cielo, santo nuestro,
Bríndanos tu protección con tu amor.
Oh San Jorge, nuestro protector,
Escucha nuestra oración, atiende de nosotros.
Señor, el mártir San Jorge siguió valientemente tus pasos en su sufrimiento. Hoy celebramos tu divino poder manifestado en su martirio, y te pedimos que nos ayudes en nuestra debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
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