En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra. Oremos: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos pensar rectamente en ese mismo Espíritu y regocijarnos siempre en su consuelo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
1. DÍA:
Oh Santísima Virgen, que durante toda tu vida anhelaste la bienaventuranza de contemplar y disfrutar del rostro de Dios, líbranos de los deseos vanos de los bienes pasajeros de este mundo.
Celebramos a María, quien mereció morir tan dichosamente. Alabando su gloria, nos unimos a los nueve coros de ángeles que la acompañaron cuando fue elevada al cielo, y oramos con el primer coro: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de los ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
2.DÍA:
Oh Gloriosa Virgen, que en tu mayor consuelo mereciste morir en presencia de los apóstoles y santos, ruega a Dios por nosotros para que recibamos la gracia de tener a nuestros santos intercesores junto a nosotros cuando nuestras almas se separen de nuestros cuerpos.
Ave María…
Glorifiquemos a Santa María, junto a quien estaban los apóstoles en su hora final. Alegrémonos en su celebración y recemos con el segundo coro de ángeles: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
3.DÍA:
Oh María, la más afortunada entre las vírgenes, que al abandonar este mundo, verdaderamente atestiguar la grandeza del fuego de amor que siempre ardió en tu corazón: Ruega por nosotros para que obtengamos solo una chispa de ese fuego celestial con el que ardía tu alma.
Ave María…
Con el tercer coro de ángeles, alabamos y celebramos la inefable gloria de María y rezamos: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
4.DÍA:
Modelos de pureza, quienes debido a su castidad virginal merecieron que tu cuerpo muerto resplandeciera con el resplandor y la majestuosidad del cielo: Ruega por nosotros para que siempre rechacemos las tentaciones del espíritu impuro.
Ave María…
Alegrémonos en la gloria que se manifestó en el cuerpo sagrado de María y unámonos al cuarto coro de ángeles y recemos. – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
5.DÍA:
Oh excelsa Virgen, quien por su humildad y virtudes gloriosas fue elevada con claridad en su cuerpo resucitado, ayúdanos a liberarnos de cada hábito pecaminoso, erradicar el egoísmo y adornar nuestro corazón y alma con una santa humildad.
Ave María…
Honremos a la Bienaventurada Virgen María, celebremos con el quinto coro de ángeles y recemos: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
6.DÍA:
Oh Reina preciosa, a quien todos los coros de ángeles acompañaron al cielo, concédenos sabiduría y determinación para rechazar siempre al enemigo de nuestras almas. Ayúdanos a seguir fielmente las advertencias de los ángeles guardianes que nos guían y dirigen.
Ave María…
Alegrémonos en la celebración de la ascensión de María al cielo, unámonos al sexto coro de ángeles y recemos: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la, exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
7.DÍA:
Oh elevada Madre, Reina del cielo, tu dignidad es tal que en el cielo eres la primera después de la Santísima Trinidad. Dígnate aceptarnos como tus siervos y ruega a Dios por nosotros para que siempre cumplamos con alegría y fidelidad sus mandamientos.
Ave María…
Regocijémonos y alegrémonos como los ángeles, ya que María se convirtió en la Reina del cielo, y recemos con el séptimo coro: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
8.DÍA:
Oh gloriosa Reina, tu corona en el cielo fue adornada por tu divino Hijo con una corona resplandeciente. Ayúdanos a merecer una corona celestial con un alma pura y un corazón limpio.
Ave María…
Unamos nuestra devoción con la alabanza y la gloria que los serafines ofrecen a María por su coronación, y recemos con el octavo coro de ángeles: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
9.DÍA:
Oh María, nuestra poderosa protectora, gloriosa intercesora de la humanidad, líbranos de las garras del enemigo infernal y protégenos como posesión de nuestro Dios y Señor.
Ave María…
Con el mayor respeto, celebremos a nuestra Reina celestial y alegrémonos de que ella, por la gracia de Dios, fue elevada al cielo. Recemos con el noveno coro de ángeles: – Excelsa fue la Santa Madre de Dios. – Sobre los coros de ángeles y la gloria del reino celestial.
Oremos: Dios Todopoderoso y eterno, que recibiste a la Bienaventurada Virgen María de manera asombrosa en el reino celestial, permítenos, por tu gracia, que también nosotros, por su intercesión y méritos, lleguemos felizmente a la inefable alegría donde la exaltada Madre se regocija contigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
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