Escucha, una voz clara resuena, nos advierte en la oscuridad:
despierten del sueño, Jesús viene desde el cielo. Amén.
Que el espíritu se eleve de la desesperación, que ya no abrace el polvo,
una nueva estrella brilla en lo alto, para sanarnos de nuestras heridas.
Dios nos envía al Cordero, para borrar nuestras deudas;
todos juntos ahora, con lágrimas, pedimos perdón.
Cuando vuelva de nuevo, y llene la tierra de temor,
que no castigue a los pecadores, que tenga misericordia de nosotros.
Dominio, Gloria, Gracias, Honor, al Padre, al Hijo Altísimo.
Y con ellos, al Espíritu Santo, por todos los siglos. Amén.
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