San Juan Bosco, padre y maestro de la juventud,
dotado de los dones del Espíritu
y de la realidad de su tiempo,
fuiste para los jóvenes, especialmente los pequeños y los pobres,
un signo de amor y bondad de Dios.
Sé nuestro guía en el camino de la amistad
con el Señor Jesús,
para que en Él y en su Evangelio descubramos
el sentido de nuestra vida y la fuente de la verdadera felicidad.
Ayúdanos a responder generosamente
al llamado de Dios a construir,
en la vida cotidiana, la comunión
y a colaborar con entusiasmo con toda la Iglesia
en la construcción de la civilización del amor.
Danos la gracia de vivir la vida cristiana
plenamente, según el espíritu de las bienaventuranzas;
y bajo la guía de María Auxiliadora,
encontrarnos contigo un día en la gran familia celestial.
Amén.
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