Querido Padre celestial, otro día está llegando a su fin. Ahora puedo entregártelo en tus manos. ¡Eres grande, Dios todopoderoso! Te estoy infinitamente agradecido por estar conmigo día y noche, por darme tanta importancia.
Padre, ¡te agradezco por protegerme! Gracias por enviar tus ángeles a mi camino. Te agradezco por seguir cada uno de mis movimientos y no permitir que me rinda y caiga en la desesperación. Por eso, mi deseo es poner mi vida bajo el seguro amparo de tus reglas. Porque contigo me siento infinitamente protegido.
En esta noche, quiero entregarme a ti y a tu bendición. Tú eres mi luz en la oscuridad de la noche. Y en el momento en que piense que no amanecerá un nuevo día, confiaré en ti. En una cosa estoy completamente seguro, ¡siempre serás mi apoyo! En cada momento del día y de la noche, estás ahí.
¡Qué gracia tienes hacia mí, mi Padre celestial!
¡Gracias!
Amén.
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