Para preservar la pureza, siempre debemos recordar las palabras de Jesús: «Vigilen y oren para no caer en tentación».
Por lo tanto, en primer lugar, es la oración, y luego la frecuente recepción de los sacramentos de la Santa Confesión y la Santa Comunión. Debemos estar atentos a la pureza emocional y espiritual hacia los demás, y elegir sabiamente con quién compartiremos nuestro corazón, emociones y pensamientos. Debemos proteger nuestro corazón a toda costa. Dios bendecirá a aquellos que lo buscan con un corazón puro.
Oración por una mirada pura
Señor Jesús, tu mirada es expresión de tu amor misericordioso. Enséñame a mirar a mis hermanos y hermanas con tu mirada. Líbrame de una mirada que destruye mi dignidad y la dignidad de los demás. Líbrame y protégeme de la lujuria de los ojos, de miradas curiosas y corruptas. No permitas que mi corazón sea invadido por el espíritu destructivo de la lujuria y de cualquier otro mal. Jesús misericordioso, por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, dame un corazón puro y una mirada pura, para siempre verte en mis prójimos.
Amén.
Oración de San José por la pureza
San José, guardián de las almas vírgenes, se te confió el tesoro precioso de la inocencia, Jesucristo y la Virgen María. Por este doble depósito tan querido, Jesús y María, te ruego que me preserves de toda impureza para que, con un alma inmaculada, un corazón puro y buenas intenciones, siempre sirva fielmente a Jesús y María. Protégeme de todo pensamiento, mirada, deseo y acción pecaminosos. Haz que en mi alma siempre florezca el lirio blanco de la pureza.
Amén.
Oración por el don de la pureza
Señor Jesucristo, tú llamaste bienaventurados a los de corazón puro y prometiste que verían a Dios. A menudo te pierdo de vista y en mi corazón encuentro egoísmo, envidia y otros malos deseos. Por falta de humildad y excesiva curiosidad, mis pensamientos y sentimientos se llenan de inseguridad y ansiedad.
Entonces pierdo la alegría de la fe y la luz de la conciencia. Me resulta difícil orar, mi corazón está vacío y mi amor hacia los demás se debilita. Sin embargo, Señor, deseo una vida nueva y auténtica, deseo la paz interior. Por eso, te ruego que tu preciosa sangre me purifique. Deseo recibirte de nuevo con un corazón puro y compartir tu amor con todas las personas. Que tus heridas me recuerden cuánto me amas. Que tu sangre me fortalezca en las pruebas y peligros. Que tu ángel me libre de las ocasiones de pecado.
Espíritu Santo, dame tu sabiduría para discernir el verdadero amor hacia los demás, para distinguir entre dar y buscar solo a mí mismo, para combinar la sencillez y la cercanía con las personas.
María, Madre del amor maravilloso, deseo llevar siempre a Jesús en mi corazón, como tú. Que tu humildad me enseñe la ternura y la confianza para convertirme en un cáliz puro de la sangre de tu Hijo.
Amén.
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