Padre celestial, nuestra vida viene de Ti y todos regresamos a Ti.
Nos has dado esta estancia en la tierra para prepararnos para participar en Tu amor eterno. No siempre aprovechamos bien este tiempo, y algunos, desafortunadamente, rechazan Tu amistad.
Otros, sin embargo, desean estar contigo, buscando la verdad, la justicia y la bondad, pero la debilidad humana oscurece la pureza del alma. Por eso, después de la muerte, necesitan pasar primero por la purificación para finalmente poder encontrarse contigo cara a cara. Te pedimos por todos nuestros difuntos que sufren en el purgatorio, reconociendo claramente en la luz de Tu amor su propia desgracia, errores y pecados de la vida terrenal. Padre de misericordia, libera del sufrimiento a aquellos por quienes Tu amado Hijo derramó su Preciosa Sangre.
Sabemos qué palabras vacías o muchas palabras no pueden ayudar ni salvar a nuestros difuntos. Por eso queremos, junto con la Sangre de Jesús, ofrecer también nuestra sangre como señal de amor y solidaridad. Que el esfuerzo de nuestro trabajo, la fidelidad a Dios, la paciencia en el sufrimiento y el amor mutuo trasciendan la barrera de la muerte y contribuyan a la pronta y completa unión de nuestros difuntos contigo.
Oramos especialmente por aquellos a quienes debemos agradecimiento especial, de quienes hemos recibido la vida, la fe y otros beneficios. En Tu misericordia, también mira a aquellos que nadie recuerda.
Amén.
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