Solo a ti cantaré, mi Jesús,
a ti te debo mi vida.
Tú detienes el aliento frío de la muerte,
contigo estoy, no tengo miedo.
Por mí pasaste por la oscura noche,
para que yo pueda llegar a la luz.
Con un vestido blanco, puro como la nieve,
libre para siempre.
Aquella noche llevabas una capa roja,
con tu sangre nos redimiste.
Aún las ramas de olivo se inclinan,
por tanto amor hacia ti.
Solo el amor es más fuerte que el veneno del mal,
solo el amor en el pecho,
que nunca muere,
se derrama hasta la eternidad.
Solo a ti cantaré, mi Jesús,
a ti te debo mi vida.
Tú brillas hasta las estrellas en la noche lejana,
¡espera por nosotros, vendremos!
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