Evangelio del día

Evangelio

Evangelio

La palabra evangelio significa: buena nueva o mensaje feliz. Esta palabra se utilizaba tanto para la recompensa que se daba al portador de buenas noticias como para los agradecimientos que se ofrecían a los dioses, cuando se escuchaba una buena noticia, denota el mismo mensaje bueno, y puede significar también el contenido de un buen mensaje.

Jesús predicaba el Evangelio de Dios (cf. Mc 1: 14). Para Jesús, la Buena Nueva era la noticia del reino de Dios, y para los cristianos -el reino de Dios en Jesús- el anuncio de la salvación. El Evangelio -además del anuncio como comunicación- se convierte también en un medio por el cual se comunicaba.

La Iglesia reconoce cuatro escritos como los Evangelios auténticos. Otros evangelios son de origen posterior y la Iglesia nunca los ha considerado obligatorios (ya sea el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Judas, etc.). En los cuatro Evangelios canónicos, vemos cómo es Jesús y qué quiere Dios de nosotros. Estos contienen todo lo que necesitamos saber para cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida.

Los Evangelios son un género literario particular, no son solo biografías, sino principalmente testimonios de fe de los primeros discípulos.

Símbolos de los cuatro evangelistas

Los Símbolos de los evangelistas provienen del Libro de Apocalipsis, que toma la profecía introductoria del Libro del profeta Ezequiel, donde, en una visión, se menciona el trono celestial y cuatro seres. Estos son cuatro auténticos mensajeros, que tienen la capacidad de comunicarse con el entorno. Tales mensajeros son ángeles y tienen cuatro caras: uno tiene cara de águila, otro humana, el tercero cara de toro y el cuarto cara de león.

A los evangelistas se les asignaron Símbolos, según los comienzos de los Evangelios. El Evangelio según Mateo comienza con una genealogía -una serie de unos cuarenta nombres de personas. Por eso, a San Mateo se le asignó la cara humana. Mateo era un recaudador de impuestos, trabajaba con dinero y números, por lo tanto, es el patrón de banqueros y contadores.  En el caso de San Marcos, este tiene como Símbolo el león alado, porque el Evangelio de Marcos comienza con una voz que clama (como un rugido) en el desierto: «Preparen el camino al Señor». Cabe señalar que los leones habitaban en los desiertos de Palestina.

Continuamos con Juan el Bautista, este era duro como un león y era nazareno (no se cortaba el pelo)-. Por ende, el Símbolo de la cabeza de león se asoció con su mensaje y su apariencia. Él es el patrón de albañiles, trabajadores de la construcción y abogados. Finalmente, tenemos a San Lucas, que se le asignó el Símbolo del toro alado, porque su Evangelio comienza con la visión de Zacarías en el templo (que sus oraciones serían respondidas  y tendría un hijo), y el principal animal de sacrificio en el templo judío era el toro. Además, se le considera patrón de médicos, escritores, turistas y miniaturistas. El Evangelio de Juan comienza: En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. No comienza con la concepción terrenal de Jesús y su nacimiento en un establo, sino mucho antes, cuando todavía estaba con Dios, cuando todavía era el Verbo, la segunda persona divina. El pequeño Niño de Belén ve mucho más y mucho más lejos, ve su verdadera esencia, y las águilas tienen una visión muy aguda. Por la profundidad de la mirada, porque ve más allá, por ello, al evangelista Juan se le asignó el águila. San Juan es el patrón de escritores, bibliotecarios, editores de libros y periodistas.

¿Cómo se originaron los Evangelios?

A menudo pensamos que se originaron como los artistas los representan. Los Evangelios no son pura sabiduría humana, sino textos inspirados. Jesús no contaba con su retórica, con su habilidad para escribir, en realidad contaba con la gente. No hay obras recopiladas del propio Jesucristo. Él nos dejó una Comunidad de discípulos -la Iglesia. ¡Qué confianza tenía en nosotros!

Los Evangelios no fueron escritos por Jesús. ¿Fueron escritos por testigos presenciales? ¿Y quién fue testigo en Getsemaní? El evangelista Mateo repite tres veces las palabras que Jesús pronunció en Getsemaní, en oración, en el anuncio de su Pasión. El evangelista trae las palabras exactas: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no como yo quiero, sino como tú quieras. ¿De dónde sacó esas palabras?

¿Cómo se atrevió el evangelista a citar estas palabras como las exactas palabras que Jesús pronunció, cuando nadie pudo escucharlas, porque nadie estaba lo suficientemente cerca de Jesús para escuchar exactamente lo que estaba orando? Obviamente, aquí no tenemos un testigo presencial. El Evangelio no es una biografía, es decir, no es solo una presentación lo más precisa posible a los eventos. Aquí estamos hablando de una interpretación posterior de la oración de Jesús, guiada por el Espíritu Santo. La acción tiene lugar en el Monte de los Olivos. En la cima de la montaña hay una cueva donde Jesús enseñaba a sus discípulos la oración del Padrenuestro. La gente creía que Jesús era consistente, que él mismo oraba de la misma manera que enseñaba a sus discípulos, especialmente en momentos cruciales. Su oración en Getsemaní es la primera, la parte principal del Padrenuestro: oración por el reino de Dios.

Con esto, el evangelista nos enseña, en los momentos más difíciles, cómo debes orar. Nos envía el mensaje: Jesús quiere darte un ejemplo, para que recuerdes que eres cristiano, especialmente cuando es difícil. El evangelista destaca la consistencia de Jesús.

Los Evangelios no son ficción, sino informes de eventos que sucedieron entre nosotros: «Puesto que muchos han emprendido poner en orden una narración de los hechos que se han cumplido entre nosotros, tal como nos los entregaron los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, después de haber investigado todo cuidadosamente desde el principio, también me pareció bien escribirte ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que conozcas la certeza de las cosas en las que has sido instruido» (Lc 1, 1-5). El evangelista señala que muchos ya habían escrito sobre estos eventos. Los siervos de la palabra no son testigos oculares, pero han escuchado de los testigos oculares y han anunciado a otros (el apóstol Pablo no conocía a Jesús histórico, pero muchos creyeron en su palabra).

Cada uno de los cuatro evangelistas escribe en un cierto orden, que no es cronológico, sino lógico. Por ejemplo, Mateo trata todo el Evangelio en forma de 5 grandes discursos, queriendo presentar a Jesús como el nuevo Moisés.

En el origen de los Evangelios es importante distinguir tres fases:

  • La vida pública de Jesús (eventos para los cuales todavía había testigos oculares en ese momento).
  • El tiempo de la predicación (no cambian los hechos, sino el estilo de presentación).
  • El tiempo de escritura de los Evangelios canónicos.
  • El evangelio de Mateo – parte delantera de Siria; mentalidad semita; idioma árabe dominante.
  • El evangelio de Juan – delantera de Asia Menor; cultura helenística (cultura adoptada por otros pueblos de los griegos, según el modelo griego).
  • Evangelio según Lucas – región de Acaya (griegos autóctonos).
  • Evangelio según Marcos – Italia; pensamiento occidental; predominio del idioma latín.

Los Evangelios tienen su propio peso histórico. No son en todo una descripción exacta de cómo sucedieron los eventos, pero describen cómo los cristianos experimentaron a Jesús, qué tipo de fe tenían en Jesús. Por eso siempre volvemos a las fuentes – la Biblia- a los escritos que son autoritativos. La Iglesia nos garantiza que en ellos, encontraremos la fe correcta en Jesús. Las discrepancias sobre algunos detalles en la cronología y la duración exacta de ciertos eventos en la vida de Jesús, son de importancia secundaria.
Los Evangelios muestran lo que Jesús significó para esas personas, y lo que debería significar para nosotros. Nos traen lecciones y mensajes para seguir.

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