¡Señor, ten piedad!
¡Cristo, ten piedad!
¡Señor, ten piedad!
¡Cristo, escúchanos!
¡Cristo, atiende de nosotros!
¡Padre celestial, Dios, ten piedad de nosotros!
¡Hijo, Redentor del mundo, Dios, ten piedad de nosotros!
¡Espíritu Santo, Dios, ten piedad de nosotros!
¡Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros!
¡Jesús, de corazón manso y humilde, haz nuestros corazones semejantes al tuyo!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser respetados!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser amados!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser alabados!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser elogiados!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser amados más que los demás!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de que nos pidan consejo!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser reconocidos!
¡Líbranos, Jesús, del deseo de ser populares!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser humillados!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser despreciados!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser reprendidos!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser calumniados!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser olvidados!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser ridiculizados!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser sospechosos!
¡Líbranos, Jesús, del miedo a ser tratados injustamente!
¡Danos, Jesús, la gracia de desear que otros sean amados más que nosotros!
¡Danos, Jesús, la gracia de desear que otros sean respetados más que nosotros!
¡Danos, Jesús, la gracia de desear que otros sean elegidos y que nosotros seamos dejados de lado!
¡Danos, Jesús, la gracia de desear que otros sean alabados y que nosotros pasemos desapercibidos!
¡Danos, Jesús, la gracia de que en los ojos del santo, otros puedan crecer mientras nosotros disminuimos!
¡Danos, Jesús, la gracia de que otros tengan prioridad sobre nosotros en todo!
¡Danos, Jesús, la gracia de que otros se vuelvan más santos que nosotros, y que nosotros seamos tan santos como Tú lo deseas!
¡Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor!
¡Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor!
¡Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor!
Señor Jesucristo, que dijiste: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá», danos, te rogamos, tu divino amor, para que te amemos con todo nuestro corazón, con toda nuestra boca y con todas nuestras obras, y nunca dejemos de alabarte. Danos, Señor, que te amamos tu santo nombre y que siempre lo amemos, porque nunca dejas de guiar a aquellos a quienes fortaleces con tu amor.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén!
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