Virgen María, Reina más fiel, Madre y defensora nuestra, te honramos hoy, ante tu imagen bendita, para confiar y entregar a tu Corazón purísimo, nuestra Patria, nuestro pueblo, nuestra parroquia y nuestro lugar, todas las personas en nuestros encuentros y espacios.
Con tu corazón, pedimos la protección, el perdón y el don de la paz de nuestro Salvador Jesucristo, para vivir en seguridad, justicia y libertad, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, y viviendo de manera razonable, justa y piadosa en el mundo actual, en la esperanza bienaventurada de la redención eterna.
En el amor y la intercesión de tu Corazón, Reina, confiamos a cada niño, joven, niña, padre de familia y madre. Te entregamos a cada religiosa, religioso y sacerdote. Sé madre de sabiduría para todos los responsables de nuestro presente y futuro. ¡Obtén para nosotros numerosas y santas vocaciones espirituales! Reina de la paz, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, para que entremos en la paz eterna, en la alegría del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
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