Oh San José, cuya protección es tan grande, tan fuerte, tan directa ante la corona de Dios, pongo en ti mis necesidades y deseos.
Oh San José, ayúdame con tu poderosa intercesión, obtén para mí de tu Hijo Virginal todas las bendiciones espirituales, a través de Jesucristo, Nuestro Señor, para que, estando unido/a a tu fuerza celestial, pueda expresar mi gratitud y respeto al Padre Amado. Oh San José, nunca me cansaré de contemplar a Jesús durmiendo en tus brazos.
No me atrevo a acercarme mientras Él descansa cerca de tu corazón.
Abrázalo en mi nombre y besa Su tierna Cabeza por mí, y pídele que me devuelva el beso cuando exhale mi último aliento. San José, protector de los moribundos, ruega por nosotros. Amén.
La tradición afirma que esta oración a San José fue encontrada cincuenta años después del nacimiento de Jesucristo.
El Papa Julio II envió esta oración al emperador Carlos en 1505, cuando se dirigía a la batalla. La tradición dice que aquellos que recen esta oración no encontrarán una muerte repentina sin perdón de los pecados, y que aquellos que recen no caerán en manos del enemigo ni serán derrotados en las batallas de la vida.
Para mayor eficacia, recita también esta oración adecuada: Oración a San José en la angustia