Oh generoso protector de los pobres de la Iglesia, San Lorenzo, ruega por nosotros al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
para que todos los pobres de la Iglesia necesitados en cada rincón del mundo, sientan el efecto del amor de sus hermanos y hermanas que intentan ayudarles.
Libera a la Iglesia de la avaricia y envidia de los poderosos y protege sus derechos y propiedades para que pueda servir a los necesitados en libertad, brindándoles bienes para el alma y el cuerpo.
Permítenos estar un día con todos aquellos a quienes hemos ayudado en la tierra en los palacios celestiales, donde disfrutaremos de la riqueza del hogar de Dios y la compañía del Salvador que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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