En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Bueno y misericordioso Padre, ¡gracias por el regalo de la vida! Gracias por este día y estos momentos de gracia.
No quiero estar sin ti ni un minuto, ni un segundo, ni un instante. Te pido que me llenes con el poder de tu gracia y presencia. ¡Así como estás siempre conmigo, yo quiero estar siempre contigo! Que se cumpla tu santa voluntad en mí para que todo esté en su lugar y en el mejor orden.
Gracias, Padre celestial, por tu amor infinito que nos has mostrado en tu Hijo, Jesucristo, quien murió en la cruz por nosotros, pecadores. Espíritu Santo, ilumina mis pensamientos, mis reflexiones, purifica mi imaginación, limpia mis sentimientos y emociones. Sana mi pasado, mis recuerdos, mis heridas internas. Perdóname por todas mis culpas y líbrame de cualquier apego al pecado para que pueda perdonar a todos los que me han lastimado o hecho alguna injusticia.
Divino Salvador, lléname con tu amor para amarte tan perfectamente como los ángeles y los santos en el cielo. Dispón de mi libertad y vida, de mi salud y mis enfermedades, de mi tiempo y de todo lo que poseo. Hazme atento para siempre hacer lo que Dios espera de mí.
Espíritu Santo, Espíritu de amor, lléname con tu fuego divino. Concede paz a mi alma y hazla tu morada suave. Hazme vigilante, lleno de canciones y totalmente entregado a Dios, para su gloria y mi salvación personal.
Dios Trino, creo firmemente en ti, confío en ti, te amo y te alabo, te adoro y te doy gracias por todas las gracias que me has dado hasta ahora. Humildemente, te pido que cures mi fe débil y tibia y la aumentes, fortalezcas mi esperanza y perfecciones mi amor. Una vez más, te pido perdón por todos mis pecados, dame más paciencia y sinceridad en la vida, bondad y ternura hacia todos, pureza de corazón y el don de la humildad. Dame un nuevo corazón que perdone alegremente las ofensas y ayude en momentos de dificultad. ¡Que todo sea para tu mayor gloria y la salvación personal de todos nosotros! Amén.
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