Novenas, Oraciones

La Novena al Espíritu Santo

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La Novena al Espíritu Santo es un medio adecuado para una preparación más profunda para la celebración de la fiesta de Pentecostés. La Sagrada Escritura nos cuenta que los apóstoles, después de la Ascensión de Cristo, estuvieron juntos durante nueve días, orando en el aposento alto, esperando que descendiera sobre ellos el «Poder de lo alto». Esto puede considerarse como la primera novena en la historia cristiana. Únete a los apóstoles y a la Iglesia en la oración de esta novena, y que un nuevo derramamiento del Espíritu descienda sobre cada uno de ustedes, que los ríos de agua viva limpien sus almas y corazones, y que una nueva fuerza y ardor se encienda en sus corazones.

INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¡Ven, Espíritu Creador! Visita las almas de tus fieles, llena de la divina gracia los corazones que Tú mismo has creado. Tú que eres llamado Consolador, don del Dios Altísimo, fuente viva, fuego, amor y unción espiritual. Tú con los siete dones eres el dedo de la diestra de Dios Padre. Tú, fuente de todo bien, ilumina, inflama y fortalece nuestros corazones. Aleja de nosotros al enemigo, concédenos la paz constante, guíanos y dirígenos, para que evitemos todo mal. Permítenos conocer al Padre y al Hijo, y en Ti, el Espíritu de ambos, tengamos una fe constante. Toda la gloria sea para el Padre eterno y su Hijo resucitado, junto con el Consolador Santísimo, ahora y siempre. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Infunde en mí, Espíritu Santo, para que mis pensamientos sean santos. Anímame, Espíritu Santo, para que mi trabajo sea consagrado. Atrae mi corazón para que ame solo lo que es santo. Protégeme, Espíritu Santo, para que siempre pueda ser santo/a.

DÍA 1:

Espíritu Santo, regalo divino para mi alma. No sé cómo expresar la alegría que me llena, al saber que eres mi huésped más querido y que la vida divina está en mí. Como un río crecido, mi alma está inundada de paz, amor y profunda reflexión sobre Ti, meditando en tu inagotable abundancia de amor, dones, virtudes, frutos y bienaventuranzas. Pienso en tu bondad que te lleva a establecerte en mí. Tú lo tienes todo, puedes hacer todo, me das todo, a pesar de mi pobreza. Te bendigo, te alabo, te doy gracias y espero todo de Ti. Danos todo, oh Espíritu Santo. Gloria al Padre

DÍA 2:

Espíritu Santo, Divino Dador, con humildad profunda, pero con toda la fuerza de mis más profundos deseos, te ruego que me concedas tus siete dones, especialmente sabiduría y misericordia. Multiplica estos dones en mí para que se desarrollen plenamente, para que mi alma en todo sea obediente a Ti, maestro del espíritu, y para que viva constantemente de tus dones, reflexionando sobre Ti y la Santísima Trinidad. Gloria al Padre…

DÍA 3:

Espíritu Santo, Maestro y Santificador de mi alma, te ruego con persistencia incansable que me enseñes la verdad, que hables a mi corazón, que me santifiques, nutriendo mi alma como nutriste el alma de la Inmaculada, tu prometida y las almas de los mártires y santos. Anhelo infinitamente la santidad, no por mí mismo, sino para poder glorificarte, Maestro entre maestros, Santísima Trinidad, esplendor de la Iglesia, modelos de almas. No hay mejor manera de convertirse en un verdadero apóstol que alcanzar la santidad, ya que sin santidad no se logra nada. Espíritu Santo, escucha mi oración y atiende mi deseo. Gloria al Padre…

DÍA 4:

Espíritu Santo, verdad y luz bendita, casi completamente desconocido para la mayoría de las personas. Nunca pensamos en Ti, distraídos por muchas preocupaciones, embriagados por el Espíritu Santo, indiferentes a tu cuidado y ternura. ¡Qué ingratitud! Reúne, Espíritu Divino, estos modestos sentimientos míos como compensación por tan lamentable negligencia y como una súplica para que me concedas luz, al igual que a tu clero y a los fieles. Gloria al Padre…

DÍA 5:

Espíritu Santo, amor y dulzura del Padre y del Hijo, flor fragante de la santidad de Dios, fuego divino encendido en mí, concédeme un corazón nuevo, elimina toda mancha y sombra, quema toda impureza y hazme semejante a la imagen del Hijo de Dios. Espíritu ardiente, que te dignaste a morar personalmente en mí para santificarme, enciende en mí el fuego del amor, con tu llama penetra y abraza toda mi alma, rompe cada inclinación al pecado, dirígeme por caminos apostólicos y concédeme la gracia de ser un fuego y arder con amor puro y eterno. Gloria al Padre…

DÍA 6:

Espíritu de las virtudes, que has dado a los mártires la fuerza para morir gozosos por el Señor Jesús, infunde en mí la fuerza divina en toda su plenitud. Consuma mi entumecimiento e indiferencia, hazme fuerte para aceptar todo lo que el Señor me pida, sin tener en cuenta sacrificios y dificultades, para la gloria de Tu nombre y la gracia espiritual y material de todos los hermanos. Concédeme la fuerza para seguir con ardor y no renunciar a lo iniciado. Concédele a tu Iglesia el valor y la fuerza para defenderse, que el fundamento de la fe y la obediencia al Papa y los obispos permanezca firme ante todos. Concédeme entusiasmo apostólico para perseverar hasta el final, a costa de cualquier martirio del alma o del cuerpo. Divino Espíritu, protégeme con tu omnipotencia, sostenme con tu fortaleza y envuélveme con tu invencible poder. Gloria al Padre…

DÍA 7:

Espíritu de la verdad y la luz, fuego y resplandor de luz, luz bienaventurada, disipa y elimina de mí las sombras del pecado y las dudas. Ilumina y aclara con claridad perfecta la profundidad de mi alma, para que siempre elimine todo pecado, me aferre firmemente a la enseñanza de la Iglesia y camine en tu luz. Envuélveme en tu sagrada luz para que siempre permanezca en tu verdad y luz clara. Gloria al Padre…

DÍA 8:

Oh Espíritu purificador, límpiame de toda mancha. Santifícame y concédeme las virtudes de Jesús, la misma inclinación y disposiciones, para que en mí resida el mismo Espíritu de Jesús. Sopla en mi alma el mismo amor por Jesús que el Padre ha soplado en su amado Hijo y dame el mismo afecto que el Padre siente por su amado Hijo Jesús. Gloria al Padre…

DÍA 9:

Espíritu Santo, te conjuro para que ilumines mi mente con una luz clara, que sirva para mí y para todos los que se dirijan a mí, y que afiance mi débil espíritu con el don del amor y la fuerza. Santificador Divino, guíame hacia la montaña de la santidad, practicando constantemente la paciencia y la obediencia a tus intenciones. Tú eres la santidad, y debo permitirte vivir en mí, cumpliendo tu aspiración hacia la perfección. Espíritu Divino, renueva todo, expulsa el mal, cada peligro, toda maldad, renueva en mí todo. Vida divina, alma de mi alma, dame la fuerza para dar testimonio y siempre glorificar al Hijo divino, vivir para su gloria y morir en su amor. Dador Divino, dame tus dones para reflexionar sobre Dios en la luz de su misterio, comprender el verdadero valor de la vida y las cosas, amar todo con un amor puro, como en el Cielo. Amén. Gloria al Padre…

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